martes, 1 de mayo de 2007

Invitación

El "crack" que hizo mi corazón al romperse fue estruendoso como el sonido de un rayo que cae anunciando la tormenta. En el momento que ella me dijo "lo nuestro se terminó, conocí a otro", una grieta se abrió en mi pecho y la herida fue tan profunda que más de una vez pensé que iba a morir.

Ella se llamaba Andrea, la conocí bastante tiempo atrás gracias a un amigo en común que nos presentó en su cumpleaños. En ese momento yo acababa de salir de una relación de mierda que no había dejado nada bueno y supe después que ella traía a cuestas una herida importante de su última pareja.

-"Andrea, él es Ernesto, y creo que ustedes dos son tal para cual, créanme"; dijo Miguel cuando nos presentó. Él es responsable indirectamente de gran parte de mi depresión posterior.

-"¿Cómo estás tan segura que lo nuestro no va más si recién lo conociste?"

Esa noche hablamos por horas. A los dos nos gustaba la misma música, los mismos libros, teníamos las mismas opiniones sobre determinados temas, compartíamos el sentido del humor, pero más importante: nos miramos todo el tiempo como si quisiéramos arrancar la ropa del otro. Cuando todos empezaron a irse de la casa de Miguel decidimos seguir nuestra conversación en un bar que estaba a pocas cuadras de ahí y abría las 24hs, así que entre copas estiramos la charla hasta que el amanecer nos tomó por sorpresa. En ese momento supimos que nada más iba a pasar, así que la acompañé a tomar un taxi y volví caminando a mi departamento; no pude dormir por pensar en ella.

-"Estoy segura como lo estuve con vos, además ya no nos soportamos. No seas necio, por favor."

Tres días más tarde, el miércoles, hicimos planes para almorzar juntos porque las oficinas donde ella trabajaba estaban a pocas cuadras de las mías, por lo que acordamos que yo la pasaría a buscar. Apenas salió del hall del edificio nos dimos un abrazo lleno de sentimientos, su perfume era irresistible como siempre y no pudimos evitar besarnos durante casi una hora, por lo que apenas cruzamos palabras y decidimos reagendar el encuentro para que se convirtiera en una cena en mi casa, el jueves por la noche. La cena fue perfecta, recuerdo perfectamente lo hermosa que estaba, por más que no me acuerde de como estaba vestida, y con cada palabra que salía de su boca yo me enamoraba más y más. Pasamos la noche juntos y seguimos así por casi ocho meses.

-"¿Y qué pasó con el amor que sentíamos? ¿Tirás todo a la basura por un pálpito?"

Ese tiempo fue mágico porque llegamos a conectarnos de una forma que jamás había experimentado. Andrea era mi consejera, mi compañera de viajes y locuras, mi amante y mi musa inspiradora. Prácticamente vivíamos juntos y lo disfrutábamos mucho. Recuerdo esta escena en mi departamento, con el delicado sonido del piano de Bran Meldhau de fondo, la tenue luz de una lámpara de pie que apenas alumbra desde un rincón y el suave aroma frutal de sus perfumes creaban el ambiente perfecto, completo con nuestros cuerpos abrazados en el sofá y nuestras miradas conectadas sin necesitar decir una sola palabra.

-"¡No es un pálpito, Ernesto! Por favor, no lo hagas más difícil de lo que ya es.

Pero en esa época las cosas empezaron a cambiar. La empresa para la que ella trabajaba mudó sus oficinas a cuarenta cuadras de las mías, así que ya no podíamos vernos durante el almuerzo. Además cambiaron mis horarios de entrada y salida, por lo que se hizo aún más difícil que nos viéramos por la noche también; por lo tanto sólo nos quedaban los fines de semana, pero el stress comenzaba a notarse y las tensiones iban en aumento. No puedo culparla por nada de lo que pasó desde ese momento.
Días más tarde me llamó y me dijo que me pasaría a buscar por el trabajo a la hora de salida, así que la esperé y fuimos a un café a tomar algo. Con mi paranoia no infundada, yo sospechaba lo que venía.

-"¿Cómo esperás que no lo haga más difícil? ¡Yo te amo!" Le dije, y no pude contener las lágrimas que ya brotaban desde mis ojos. Ella también lloraba.

-"Por favor, terminemos las cosas aca, no me hagas decirte nada más".

-"¿Cómo que hay más? ¿Es una joda? Si vos querés, lo nuestro se termina aca, pero yo siempre te fui sincero y espero que vos lo seas conmigo.

-"Está bien, lo estoy viendo hace más de un mes..." Antes que termine la frase me levanté de la mesa y me fui. Esa noche tampoco dormí por estar pensando en ella.

Con el tiempo la olvidé, aunque nunca encontré otra igual. De todas maneras estos tres años sanaron la herida y yo rehice mi vida, en parte gracias a que la empresa accedió a trasladarme a Rosario esa misma semana y sin hacer demasiadas preguntas, pero ayer todo esto volvió a mí como en un carrusel cuando abrí mi correspondencia y encontré la tarjeta que decía:

Andrea Reiser y Miguel Ascurria tienen el placer de invitarlos a la ceremonia por su enlace, que tendrá lugar el día 10 de Abril del corriente año a las 10hs en la Catedral Metropolitana.

Saludos!

miércoles, 18 de abril de 2007

El sexo de los ángeles

Hace unos años ya tengo esta fantasía en la que soy un escritor prolífico, reconocido y, como si fuera poco, bueno. Sueño con que algún día un grupo de intelectuales discuta mis obras como si fueran piezas de ingeniería o fórmulas matemáticas, o que los estudiantes de secundario me puteen porque son lecturas obligadas por una profesora solterona y medio hippie; y fantaseo con que los enamorados compartan mis libros por ser aquello que los juntó en sus años en la facultad. Y todo eso queda allí sin dejar de ser más que sueños, aunque nunca podré saber donde me van a dejar los caminos de la vida.

Pero cuando me pongo a repasar las características que tienen en común algunos escritores de renombre me encuentro con un factor común que, por ahora, no puedo igualar. Y ojo que no me refiero precisamente a la calidad de la sintaxis o la prolijidad de la prosa. Eso sí, antes de mencionar dicho factor quiero aclararle querido lector que yo no juzgo las decisiones personales, porque no soy ni dios, ni cura ni reaccionario político. Hecha la aclaración para esos que hablan porque es gratis, paso a explicar que muchos de los autores que admiro y cuyas obras devoro disfrutaban del sexo con sus pares de género (por no decir que devoraban algo más que obras). Y ahí es donde radica la causa de mi desmoralización como escritor (y la justificación de mi marcada mediocridad), porque la única explicación lógica que se me ocurre es que hacer el amor con mujeres es perjudicial para la creatividad literaria masculina, ¿pero cómo pelear contra esa fascinación por el mal llamado sexo débil?

Como sea, después de pensarlo un segundo más me doy cuenta que durante siglos los grandes artistas creyeron que las musas de las artes, estas hermosas mujeres hijas de Zeus y Mnemosina, eran la fuente de su inspiración. ¿Entonces? ¿La genialidad aparece cuándo uno puede disfrutar de una relación homosexual o está acompañada por una escultural silueta femenina? Y ahí nomás me doy con otro problema: sí, me gustan las mujeres, pero de ahí a que una srita de curvas perfectas le de una oportunidad a este tipejo...

En fin, será cuestión de ver que pasa. De última, si alguien pregunta, yo escritor no soy (y tiempo para experimentar sobra).

Saludos!

miércoles, 11 de abril de 2007

Untitled

La muerte de Fuentealba me puso a pensar con detenimiento algo que tenía dando vueltas por la cabeza desde hace un tiempo: ¿Qué hace falta en este país para que la gente tome en cuenta la importancia de los docentes en la búsqueda de un sistema educativo decente?

Después de razonar un momento me di cuenta que la gente no ve la importancia de los maestros y profesores porque la educación es un tema secundario, gracias a que el sistema no brinda a los alumnos una formación digna de los tiempos que corren porque así también tendrían que dar más explicaciones a un público menos cautivos de sus espejitos de colores. Si el 100% de nuestra población estuviera alfabetizada, si hubiera más cupos en las universidades públicas y los textos originales fueran más accesibles, si las secundarias no fueran seudo-cárceles para contener a los adolescentes sin formarles un pensamiento crítico y creativo y los primarios no fueran una máquina de boberías lava cerebros, el Estado tendría que responsabilizarse mucho más por todas esas cuestiones que hoy puede esconder detrás de sus grandes cortinas de demagogias populistas.

Porque lamentablemente el problema de la oposición está en que no hemos sabido enfrentarnos a la mierda que nos venden. Muchos intelectuales están cómodos en sus sofás, integrados cómodamente al sistema; los movimientos estudiantiles están liderados por sujetos pagados por atrás por las fuerzas políticas que después dicen repudiar; y los otros nos hemos dejado arrastrar por una corriente de pesimismo que nos impide movernos y luchar por todos esos ideales que en la teoría defendemos. Por supuesto que tenemos muchísimas trabas e impedimentos, pero hoy más que nunca la izquierda tiene que unirse y volver a comunicarse con un pueblo que le tiene miedo porque no la conoce y que ha quedado pauperizada culpa de seis años de violencia y veinte de neoliberalismo.

Volviendo a la preocupación por la educación, el gobierno K nos vende esa gran mentira de la Reforma Educativa, una ley que de nuevo no cuenta con representación de los pueblos originarios y que en una gran movida demagógica le pidió a los adolescentes que opinaran que es lo que ven que les hace falta… ¡Claro! ¡Porque a los 16 años todos vemos con claridad lo que es mejor para nosotros!

Entonces seguimos con los mismos modelos de siempre, que anulan detrás de acartonados y mal adaptados planes de estudio el potencial creativo que la adolescencia brinda; modelos donde los profesores, mal pagados y constantemente humillados, pierden la vocación por enseñar y dejan a sus alumnos a la deriva, examinándolos con métodos medievales y generando un clima en las aulas de una hostilidad creciente.

El problema está en que si nosotros no nos comprometemos nunca vamos a cambiar nada. Si no salimos a pedir una educación competente jamás vamos a conseguirla. Es momento de hacerle entender a los oligarcas que siempre existiremos ilustrados con intención de patear el tablero y cambiar los esquemas… Esperemos, al menos, que no nos maten en el proceso.

Saludos!

miércoles, 28 de febrero de 2007

Reflejo

Sus ojos verdes me miraron fijamente y yo supe al instante lo que iba a pasar. Podía predecir que todo se terminaba acá, aunque no me imaginaba como iba a ser o que iba a sentir. Más humedos que de costumbre, esos maravillosos ojos que me cautivaban desde que la conocí eran el detalle más hermoso de esa fina cara de mejillas rosadas y labios carnosos.
La tensión en el ambiente era terrible, cada segundo que pasó hasta que comenzó a hablar se hizo eterno. Pero me hubiera gustado que el tiempo se congelara ahí mismo y esas palabras nunca escaparan de esa boca; pero fui un iluso, ya que sus labios y su lengua poco a poco iban articulando los sonidos de esa maldita oración. En ese momento me sentí como un hombre a quien le disparan con un revolver y ve cuadro por cuadro la ruta indetenible del proyectil.
Recuerdo con exactitud sus palabras (como no hacerlo)... "Sos un estúpido", comenzó, y la bala empezaba a abrirse camino justo en medio de mis ojos. "Egoísta de mierda", continuó, y yo podía sentir el trozo de metal perforando el hueso de mi cráneo en dirección a mi cerebro. En ese instante, en los cinco o seis segundos que le tomó decir eso, traté de reflexionar porque podría estar diciéndolo, pero mis pensamientos fueron interrumpidos por una tercer frase: "¿Cómo pudiste ser tan narcisista para no ver cuánto te amaba?". Ni bien terminó de decirlo, dio media vuelta y se fue.
Y otra vez fui un estúpido, por no haberla entendido. Otra vez fui un egoísta, por no haberla seguido en ese momento para intentar salvar lo poco que había entre los dos. Y otra vez fui un narcisista, por no decirle cuanto la amaba culpa del miedo a no ser correspondido.
Saludos!