miércoles, 18 de abril de 2007

El sexo de los ángeles

Hace unos años ya tengo esta fantasía en la que soy un escritor prolífico, reconocido y, como si fuera poco, bueno. Sueño con que algún día un grupo de intelectuales discuta mis obras como si fueran piezas de ingeniería o fórmulas matemáticas, o que los estudiantes de secundario me puteen porque son lecturas obligadas por una profesora solterona y medio hippie; y fantaseo con que los enamorados compartan mis libros por ser aquello que los juntó en sus años en la facultad. Y todo eso queda allí sin dejar de ser más que sueños, aunque nunca podré saber donde me van a dejar los caminos de la vida.

Pero cuando me pongo a repasar las características que tienen en común algunos escritores de renombre me encuentro con un factor común que, por ahora, no puedo igualar. Y ojo que no me refiero precisamente a la calidad de la sintaxis o la prolijidad de la prosa. Eso sí, antes de mencionar dicho factor quiero aclararle querido lector que yo no juzgo las decisiones personales, porque no soy ni dios, ni cura ni reaccionario político. Hecha la aclaración para esos que hablan porque es gratis, paso a explicar que muchos de los autores que admiro y cuyas obras devoro disfrutaban del sexo con sus pares de género (por no decir que devoraban algo más que obras). Y ahí es donde radica la causa de mi desmoralización como escritor (y la justificación de mi marcada mediocridad), porque la única explicación lógica que se me ocurre es que hacer el amor con mujeres es perjudicial para la creatividad literaria masculina, ¿pero cómo pelear contra esa fascinación por el mal llamado sexo débil?

Como sea, después de pensarlo un segundo más me doy cuenta que durante siglos los grandes artistas creyeron que las musas de las artes, estas hermosas mujeres hijas de Zeus y Mnemosina, eran la fuente de su inspiración. ¿Entonces? ¿La genialidad aparece cuándo uno puede disfrutar de una relación homosexual o está acompañada por una escultural silueta femenina? Y ahí nomás me doy con otro problema: sí, me gustan las mujeres, pero de ahí a que una srita de curvas perfectas le de una oportunidad a este tipejo...

En fin, será cuestión de ver que pasa. De última, si alguien pregunta, yo escritor no soy (y tiempo para experimentar sobra).

Saludos!