miércoles, 11 de abril de 2007

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La muerte de Fuentealba me puso a pensar con detenimiento algo que tenía dando vueltas por la cabeza desde hace un tiempo: ¿Qué hace falta en este país para que la gente tome en cuenta la importancia de los docentes en la búsqueda de un sistema educativo decente?

Después de razonar un momento me di cuenta que la gente no ve la importancia de los maestros y profesores porque la educación es un tema secundario, gracias a que el sistema no brinda a los alumnos una formación digna de los tiempos que corren porque así también tendrían que dar más explicaciones a un público menos cautivos de sus espejitos de colores. Si el 100% de nuestra población estuviera alfabetizada, si hubiera más cupos en las universidades públicas y los textos originales fueran más accesibles, si las secundarias no fueran seudo-cárceles para contener a los adolescentes sin formarles un pensamiento crítico y creativo y los primarios no fueran una máquina de boberías lava cerebros, el Estado tendría que responsabilizarse mucho más por todas esas cuestiones que hoy puede esconder detrás de sus grandes cortinas de demagogias populistas.

Porque lamentablemente el problema de la oposición está en que no hemos sabido enfrentarnos a la mierda que nos venden. Muchos intelectuales están cómodos en sus sofás, integrados cómodamente al sistema; los movimientos estudiantiles están liderados por sujetos pagados por atrás por las fuerzas políticas que después dicen repudiar; y los otros nos hemos dejado arrastrar por una corriente de pesimismo que nos impide movernos y luchar por todos esos ideales que en la teoría defendemos. Por supuesto que tenemos muchísimas trabas e impedimentos, pero hoy más que nunca la izquierda tiene que unirse y volver a comunicarse con un pueblo que le tiene miedo porque no la conoce y que ha quedado pauperizada culpa de seis años de violencia y veinte de neoliberalismo.

Volviendo a la preocupación por la educación, el gobierno K nos vende esa gran mentira de la Reforma Educativa, una ley que de nuevo no cuenta con representación de los pueblos originarios y que en una gran movida demagógica le pidió a los adolescentes que opinaran que es lo que ven que les hace falta… ¡Claro! ¡Porque a los 16 años todos vemos con claridad lo que es mejor para nosotros!

Entonces seguimos con los mismos modelos de siempre, que anulan detrás de acartonados y mal adaptados planes de estudio el potencial creativo que la adolescencia brinda; modelos donde los profesores, mal pagados y constantemente humillados, pierden la vocación por enseñar y dejan a sus alumnos a la deriva, examinándolos con métodos medievales y generando un clima en las aulas de una hostilidad creciente.

El problema está en que si nosotros no nos comprometemos nunca vamos a cambiar nada. Si no salimos a pedir una educación competente jamás vamos a conseguirla. Es momento de hacerle entender a los oligarcas que siempre existiremos ilustrados con intención de patear el tablero y cambiar los esquemas… Esperemos, al menos, que no nos maten en el proceso.

Saludos!