miércoles, 28 de febrero de 2007

Reflejo

Sus ojos verdes me miraron fijamente y yo supe al instante lo que iba a pasar. Podía predecir que todo se terminaba acá, aunque no me imaginaba como iba a ser o que iba a sentir. Más humedos que de costumbre, esos maravillosos ojos que me cautivaban desde que la conocí eran el detalle más hermoso de esa fina cara de mejillas rosadas y labios carnosos.
La tensión en el ambiente era terrible, cada segundo que pasó hasta que comenzó a hablar se hizo eterno. Pero me hubiera gustado que el tiempo se congelara ahí mismo y esas palabras nunca escaparan de esa boca; pero fui un iluso, ya que sus labios y su lengua poco a poco iban articulando los sonidos de esa maldita oración. En ese momento me sentí como un hombre a quien le disparan con un revolver y ve cuadro por cuadro la ruta indetenible del proyectil.
Recuerdo con exactitud sus palabras (como no hacerlo)... "Sos un estúpido", comenzó, y la bala empezaba a abrirse camino justo en medio de mis ojos. "Egoísta de mierda", continuó, y yo podía sentir el trozo de metal perforando el hueso de mi cráneo en dirección a mi cerebro. En ese instante, en los cinco o seis segundos que le tomó decir eso, traté de reflexionar porque podría estar diciéndolo, pero mis pensamientos fueron interrumpidos por una tercer frase: "¿Cómo pudiste ser tan narcisista para no ver cuánto te amaba?". Ni bien terminó de decirlo, dio media vuelta y se fue.
Y otra vez fui un estúpido, por no haberla entendido. Otra vez fui un egoísta, por no haberla seguido en ese momento para intentar salvar lo poco que había entre los dos. Y otra vez fui un narcisista, por no decirle cuanto la amaba culpa del miedo a no ser correspondido.
Saludos!